Llega esa época del año en la que las luces yacen colgadas
de los balcones, los árboles se visten con sus mejores joyas, las ciudades se
engalanan con maravillosas flores y luces, y las personas dedican su mejor
sonrisa. Sí, la Navidad está llamando a nuestras puertas.
Vienen días de auténtica locura, sobre todo para nuestros
bolsillos. Los mercados se abastecen con su mejor mercancía (que se pone a
millón) y los comercios y grandes superficies se frotan sus manos al ver la
oleada de compradores que se avecinan. La
magia del espíritu navideño de hace décadas, se ha convertido en puro
consumismo.
Pero este año más que nunca tenemos que tener presente la
otra cara de esta época en nuestro país. Mucha gente ha perdido su trabajo por
culpa de esta crisis y sus “cabecillas” y no tienen recursos ni para
alimentarse. De la misma manera, hay niños que no recibirán ningún regalo de
reyes. No dejemos que estas Navidades sean una odisea para todas estas personas.
Cuando estemos en un centro comercial eligiendo cuál sería
el mejor perfume que podemos regalar, pensemos en esa gente. No somos dioses,
ni héroes, sólo simples personas que podemos vivir holgadamente el día a día.
Si todos ayudásemos por lo menos a una persona que lo necesita, la magia de la
Navidad llegaría a más y más hogares.
“Hasta que uno no sienta la verdadera alegría de
Navidad, no existe. Todo lo demás es apariencia - muchos adornos. Porque no son
los adornos, no es la nieve. No es el árbol, ni la chimenea. La Navidad es el
calor que vuelve al corazón de las personas, la generosidad de compartirla con
otros y la esperanza de seguir adelante.”
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